El comercio del cobre estuvo febril en 2024 y atrajo a especuladores muy ajenos a los círculos de las materias primas que estaban desesperados por conectar el metal con lo que se ha convertido en la máxima acción de bombeo del mercado: la IA.
Los centros de datos de inteligencia artificial iban a hacer por el cobre lo que la transición energética y los autos eléctricos no pudieron, al menos no en el corto plazo . El gasto militar también se elevó a la bandera de la demanda de cobre para ver quién lo saludaba, según los chatbots.
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En mayo, el cobre en el Comex alcanzó un máximo intradiario histórico de casi 5,20 dólares la libra o 11.500 dólares la tonelada. El posicionamiento alcanzó tal nivel neto que los volúmenes de transacciones en dólares ascendieron a 100.000 millones de dólares (el doble del promedio diario del Dow) en un período de 24 horas.
En Londres prevaleció la calma, sobre todo después de que se hizo evidente que la crisis era principalmente un fenómeno estadounidense y los cargamentos destinados a Rotterdam y Shanghái pronto fueron redirigidos a esas ciudades. Los futuros de la LME aún no han llegado a los 11.000 dólares por tonelada.
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