

Tras las intensas lluvias de diciembre y enero, las bajadas de crecientes, posteriores a cada inclemencia, dañaron parte de los cauces por los que circula el agua de riego y los llenaron de sedimento.
En Iglesia, al encontrarse en altura el sistema de riego, se constituye en el primer depositario del sedimento que arrastra la creciente. Allí, luego de las primera lluvias, se trabajó para volver a poner operativas las obras, pero nuevas crecidas destruyeron el trabajo ya realizado.
Se registraron uno o dos eventos climáticos por semana en el último mes y como consecuencia se tuvieron que reparar tomas y defensas, y realizar limpieza y desembanque de canales una y otra vez.
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